Capturada como rehén por esta ciudad
Vivo las emociones como vienen
Reflexionar es un esfuerzo vano.
Pero, a veces, por un motivo desconocido,
Una flor, o quizás los ojos de una niña,
Mi mirada se ofusca sobre coches y rascacielos,
Y mi tierra me parece tan cercana.
La calle de casa, obscura, hostil,
Donde muchas veces me raptaron las ortigas,
Una nube de luciérnagas que tanto me ha divertido,
las manos de mi padre que
dejan en mi pelo olor a tierra húmeda,
la gota de sudor de mi madre,
esparcida por mi cara:
me besó mientras desplumaba un pollo.
Una lágrima silenciosa
Cuando por primera vez comprendí
lo que pesa la pobreza
Cuando por primera vez quise irme
Cuando con pocas maletas
Di un beso a mis padres
Y me despedí con tanto rencor de mi país
Pensando que las raíces son una cadena de acero.
Entonces sé que a esta tierra extranjera
Dejaré en herencia sólo mi triste infancia.
Pasada con mujeres de rostros vivos y vividos,
Y con hombres de manos grandes,
Con niños felices y de colores,
Inconscientes de la máscara de malo
Que tendrán que ponerse.
Entre las risas fuertes que te explican la vida,
Y los llantos secos que indican el destino.
En una tierra, como mujer embarazada,
Sin embargo fértil, pero sin leche para saciar el hambre,
Buena, pero nunca sonriente,
En una tierra de pocas palabras,
Porque demasiado serias para ser pronunciadas.
Traducido por Savino D’Amico con la colaboración de A.M.Gabriela Bustamante