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no extra después de todo

darien levani

La casa se encuentra en el cuarto nivel de un edificio de periferia.
“El tío de la agencia fue muy gentil” dice Mark.
Encendimos un cigarrillo durante la espera. Mark todavía es joven, esta es la primera casa que ve y está muy excitado. Tiene 18 años y está en Italia desde hace pocas semanas. Nos conocimos porque su padre conoce a mi padre y su padre le dijo al mío que tal vez yo podría haberme ocupado de él y mi padre, miren ustedes, le dijo que estaba bien. No es que me cargue, mierda, no, esto no, pero podría habérmelo preguntado antes. Pero está bien así. Además, Mark es un tío majo. Es joven, lleno de confianza. Claro, estudia Economía y Comercio Internacional y Cómo Logramos Joder a la Pobre gente que Trabaja, lo que no logro tragar, pero, por el resto, es una buena persona. Yo estudio Letras, segundo año con asignaturas pendientes. Estoy un poco atrasado con los exámenes, está claro, pero no es que las tenga pendientes, ahí en el aire. Creo que decirlo así es políticamente incorrecto, sería mejo: asignaturas por dar, pero bueno......Dos años más allá de la duración legal de la carrera. Será por esto que Andrea me mira con un poco de estupor. No logra entender cómo uno no logra terminar la universidad dentro de la duración regular. Y es inútil tratar de explicárselo, es demasiado optimista respecto a todo.
“Con lo que lo pagamos, yo también sería gentil. Quiero que hasta me haga una mamada por todo lo que le pago”.
“ Ja, ja, una mamada, eres grande Haxhi”, dice riéndose.
Yo me llamo Haxhi, come el futbolista, sólo que se escribe en forma diferente. Y la mayor parte de mis amigos no logran pronunciarlo, por lo que me llaman Ax, pero, no es demasiado difícil Haxhi, ¿no? Basta empeñarse un poco, joder!!
“ No, de veras, ha sido gentil” insiste Mark.
Me encojo de hombros. Claro que ha sido gentil, faltaría más. Son siempre gentiles hasta que el propietario de la casa dice que no quiere albaneses en su casa. Y son gentiles incluso cuando te lo dicen. Es increíble.
Es la sexta casa que vemos en un mes. No está mal como promedio, pero sé que puedo hacerlo aún mejor. Dos años atrás llegué a 19 casas, record hasta ahora no superado por ninguno de mis amigos. Y lo mejor es que me gustaban todas, o casi todas, salvo una que se estaba derrumbando y para la que pedían algo como 1000 euros más los eventuales gastos, pero, digo yo, qué mierda significa eventuales, obvio que hay gastos, pero quieren hacerte creer que a lo mejor no tendrás que gastar nada. Y el agente, cuando cerró la puerta, lo hizo despacio porque tal vez tenía miedo que se derrumbara completamente, en resumen, aparte de ésa, las demás me gustaban, sólo que, no sé si lo saben, pero si eres extracomunitario, y yo un poco lo soy, hay otro modo para alquilar una casa, diferente a la de los comunitarios. Incluso los pequeños propietarios tiene una vía preferencial. Primero familias, luego familias comunitarias, luego los extra, luego estudiantes italianos, después los estudiantes del Sur, los Erasmus, y sólo después, por último, estamos nosotros. Tomo nota. Ya tomé nota años atrás.
“¿Sabes? Una vez estábamos visitando una casa cerca de la estación. No tenía ascensor. Comenzamos a subir las escalas y a bromear con el agente inmobiliario. Hablábamos de fútbol y coño, temas así. Primer piso, fútbol. Segundo piso, coño. Tercer piso, nos pregunta de dónde somos y nosotros le decimos que somos albaneses. Somos muchachos honestos, no decimos mentiras”. “Y luego, ¿qué pasó? Pregunta Mark.
“Y luego, nada. El tío nos mira en forma extraña. La casa está en el quinto piso y nosotros estamos en el cuarto, él se detiene. Nos dice que el propietario no quiere extranjeros en su casa, no quiere tener problemas. Y así empezamos a bajar y nos despedimos como si nada”.
“¿Y no le dijeron nada? ¿Nada, nada?” Pregunta incrédulo Mark.
“Ah, sí. Uno de los otros muchachos le dijo “pero ¿no podías haberlo dicho antes, en vez de hablar de fútbol, no podías haberlo dicho en la planta baja?”
“Grande”.
“Grande un carajo! No hay nada de grande en no tener una casa. Quédate sin una por un tiempo y luego hablamos”.
Él duerme en mi casa. No podía dejarlo afuera ¿no? Deberemos dejar la casa dentro de una semana. Deberíamos ser tres, pero ya somos ocho o nueve. Todos tenemos amigos que, a su vez, tienen amigos que no podemos dejar abandonados. Una dificultad para encontrar lugar donde dormir. Para transformar las tres camas en seis, sacas los colchones y los pones en el suelo. Así tendrás tres colchones que están bien así. Tendrás que poner trozos de cartón en lo que queda de la cama y una manta encima. Así tendrás seis camas. Si luego, de seis se vuelven nueve, bueno, no sé verdaderamente qué decirles.
“Bueno, uno puede quedarse afuera dos o tres días, en fin de cuentas, ¿no?”
Al final sí, también puedes hacer eso. A pesar de que no te lo aconsejo. Lo probé unos seis años atrás, la primera vez que vine a Italia, cuando no conocía a nadie y el banco me había bloqueado mi cuenta, porque un giro de dinero de Tirana-Bolonia no se lo deseo a nadie. En resumen, sí, he dormido por la calle, en un parque público. Era septiembre, pero de noche hacía frío, tanto frío. Tenía sólo una sábana, que había comprado ese mismo día, por lo que dormí poco y mal. Me desperté al alba. Aún medio dormido, vi una figura indistinta frente a mí, en el otro banco. Acercándome vi tres mantas y a nadie cerca.
Nunca había blasfemado tanto contra Dios como ese día.
No quiero explicarle todo esto a Mark ahora. Si piensa dormir dos o tres días por la calle, mejor para él, así aprende.
No le gusta para nada que le llamen Marco, pero se acostumbrará.
“¿Por qué dices a todos que eres de Tirana?” Pregunta.
“Porque yo soy de Tirana”.
“No, quiero decir, ¿por qué no dices de Albania?”
“Porque no quiero, eso es todo. Una vez una tía me dijo Tirana, ¿provincia de....? Y yo le dije Tirana, provincia de Tirana”
“¿Será él?”
Claro que es él. Se ve de como está vestido, de como se mueve. Nos ve y se nos acerca. Sonríe. “¿Son los muchachos que han llamado?”
Hago un movimiento de aprobación con la cabeza. Mark dice que somos nosotros.
Nos da la mano, mientras con la otra busca las llaves. Abre el portón y nos invita a que lo sigamos. Antes de entrar al ascensor, sin dejar de sonreír, nos pregunta de dónde somos.
“De Tirana” digo yo.
“Albania” dice Mark.
Miramos inmóviles, mientras su sonrisa desaparece. Traga.

Traducido por: A.M. Gabriela Bustamante Escobedo

Darien Levani nace en 1982 en Fier, Albania. Termina la enseñanza superior en Tirana y luego se traslada a Ferrara, donde frecuenta el quinto año de Ciencias jurídicas.

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Anno 4, Numero 19
March 2008

 

 

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