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un poco más al norte

barbara pumhösel

Entre la neblina láctea, entre sueño y despertar, le fue muy clara la diferencia entre el petrel de las tempestades de nieve ( Pagodroma nivea) y el petrel ártico (Fulmarus glacialoides). El primero incluso había depositado el pequeño ejemplar de merluza que llevaba en el pico para explicarle qué es lo que, concretamente, distinguía uno del otro y qué es lo que los unía.
”Petrel” es el nombre común de varias especies de aves Procelaridormes, pertenecientes a las familias de los hidrobátidos y de los proceláridos, denominados así por la capacidad de resistir a los viento de las tempestades de las cuales se les considera anunciadores. Sabía que nidifican en la tierra firme en un tosco nido que los primeros construyen sobre una altura fuera del hielo o de la nieve, y los segundos en forma menos expuesta entre piedras o en una cavidad en el suelo. Al hombre que estaba acostado junto a ella no le interesaban los detalles, realmente no le interesaba para nada ese argumento, ni siquiera una noción de base.
Esa indiferencia una vez la había hecho sufrir, ahora constató el inicio de una cierta reciprocidad, pero era un sentimiento marginal sobre el cual no podía indagar. Había visto un mundo nuevo con contornos nítidos y superficies que hacían descansar los ojos y conocido sus primeros habitantes. Y mientras la falta de interés por parte de él se extendía a grandes círculos concéntricos, la pasión de ella por las criaturas del gran frío aumentaba. Se volvió a poner los pijamas invernales, a pesar de que faltaban pocos días para el inicio oficial de la estación veraniega. Sacó del desván los monos acolchados, los que usaban para estar en casa durante la semana de nieve.

Empezó a mirar los binóculos en las vitrinas de las tiendas de óptica y se quedaba dormida leyendo los artículos de birdwatching. Se volvió a inscribir al WWF, por algunos años había estado muy distraída o tal vez deprimida y no había pagado la cuota, a pesar de las continuas invitaciones y envío de los recibos para pagarla. Había conseguido la e-mail de alguien de la organización que era un experto de ornitología ártica. Le mandaba observaciones, impresiones, preguntas cada vez más específicas y controlaba el correo varias veces al día. Luego, llegó el momento de la gran compra, se gastó todo un sueldo en un binóculo de rayos infrarrojos.

Se acostaba temprano en la noche, y todas la veces se preparaba como para una expedición: un pijama acolchado sobre otro de franela, manuales de ornitología de las zonas árticas y el binóculo sobre la mesita de noche. Compró un anorak de plumas, pero antes de decidir, logró abrir un poco las fundas – mientras se probaba varias prendas – para controlar el tipo de relleno. Dormía con la ventana abierta de par en par. Él estaba como ausente, distraído, pero se esforzaba en parecer disponible. Hizo pocos comentarios sobre los accesorios indispensables que su mujer necesitaba para irse a dormir, y sólo porque pensaba que ella se lo esperaba. Pasaron el otoño y el invierno En primavera comenzó a escrutar el cielo incluso cuando estaba despierta, seguía con la mirada el vuelo de las primeras aves migratorias hacia el norte. No eran petreles, naturalmente, ellos no se movían de su propio ambiente, pero ella, de todos modos, sentía un vínculo de parentela, un envolvimiento mucho más que vago. Una noche preparó el saco de dormir y subió al techo. Desde aquella noche no durmió más en el lecho conyugal. No trató de volar, no se había vuelto loca como había sospechado algún vecino. No pensó para nada que tenía alas en lugar de brazos. Simplemente se había enamorada del frío, del viento helado que la hacía tiritar y sentirse viva. Esos vientos de las tempestades le daban una sensación de calor, una sensación de bienestar como un tiempo lo había hecho la piel cálida y desnuda de otro ser humano junto a ella. Y luego había construido lazos de amistad. Amistad con criaturas que amaban el viento y las tempestades como ella, desde siempre, y las sabían compartir.....

Cuando el cielo se volvió casi negro por el pasar de las bandadas de pájaros, ella preparó las maletas. No pronunció la palabra “separación” ni tampoco “divorcio”. No, estos eran conceptos que formaban parte de otra vida, ella quería sólo trasladarse un poco más al norte.
Y tal vez, a la primavera siguiente, aún un poco más.

Traducido por: A.M. Gabriela Bustamante Escobedo

Barbara Pumhösel nace en Neustift bei, Scheibbs, Austria, en 1959. Después de hacer varios tipos de trabajo y de varios traslados, se licencia en Lengua y Literatura extranjeras en la Universidad de Viena. Desde 1988 vive en Bano a Ripoli (FI) donde participa en un proyecto de promoción de la lectura en las escuelas básicas y en la redacción de la sección “Narrativa para jóvenes” de una casa editorial florentina.
Colabora en varios periódicos y ha publicado cuentos y textos de poesía en antologías en Italia y en el extranjero, y en las revistas “L’Area di Broca”, "Semicerchio" y "Sagaranaonline", "Das Gedicht" (Alemania) y "Podium"(Austria). En el año 2000 y 2003 gana el premio Alpi Apuane para la poesía inédita. En 2004 un florilegio suyo es publicado en la antología poética Pulvis, coperta materna (Pulvis, manta materna) de las Ediciones Gazebo de Florencia. En 2005 Semicerchio publica su recopilación bilingüe (italiano/alemán) Prugni/Pflaumenbäume. En 2006 otro florilegio suyo Simmetrie mancine (Simetrías zurdas) es publicado en la antología poética “Scrivere x scriversi” (Escribir para escribirse) de las Ediciones Masso delle Fate. Siempre en 2006 figura entre los autores migrantes de la antología a cargo de Mia Lecomte, Ai confini del verso. Poesia della migrazione in italiano (En los confines del verso. Poesía de la migración en italiano) .Para niños ha publicado La principessa Sabbiadoro (La Princesa Sabbiadoro) (Giunti, Firenze 2007) y los primeros dos volúmenes de la serie La calamitica III E (Edt, Torino 2007), Amore e pidocchi (Amor y piojos) y Pericoli e pecore (Peligros y ovejas) , estos dos últimos a cuatro manos con la escritora Anna Sarfatti.

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Anno 4, Numero 18
December 2007

 

 

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