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metamorfosis de una inmigrada en el pueblo de ailati

christiana de caldas brito

Castillo de Ailati, 27 de octubre de 2005

Querido Azul:

No tenías que haberme dado ese beso. Si querías hacerlo, podías habérmelo dado y luego escapado de inmediato. Yo con los enanos estaba muy bien. Es verdad que tenía que hacer siete camas, pero eran sumamente pequeñas. Ahora tengo que hacer una cama matrimonial con todos esos velos que caen del baldaquín y que acumulan un montón de polvo. Además, las sábanas de raso son demasiado difíciles de planchar. Pienso que no es justo que, desde el inicio, no me hayas advertido de los problemas de servidumbre de Ailati. Sé que los tiempos han cambiado, pero pensaba que las familias de sangre azul no tenían problemas de este tipo. Aquí en el castillo todo es muy monótono y los muros demasiado altos impiden el contacto con el bosque. Donde los enanos había siempre alguna sorpresa, a lo mejor indeseada como la de la bruja, pero pensándolo bien, me excitaba saber que el ritmo de los días podía cambiar de un momento a otro. Y, además, Azul, adoro las manzanas. La bruja me las llevaba a menudo. Todo placer tiene su precio y nunca me he arrepentido de haber mordido la manzana envenenada. Los enanos lloraban, pero yo caí en un profundo sueño y, te digo la verdad, eran años que no dormía tan bien. Desgraciadamente, me desperté con tu beso y desde entonces han comenzados los problemas. Echo de menos a mis enanos. No entiendo por qué no quisiste que vivieran con nosotros aquí en el castillo. En el bosque, cantaba y bailaba junto con ellos. En cambio, tú, Azul, eres uno solo y a veces, perdóname si te lo digo, eres bastante aburridito. Hablas siempre de caza y yo amo a los animales de la selva, partes para largos viajes y es molesto quedarse sola; cuando salimos a caballo, siempre cabalgas cien metros delante de mí, y es como si yo galopara sola; lees un montón de libros raros y recibes visitas que no son divertidas. No quisiera ofenderte, pero estoy madurando la idea de volver a la casa de mis enanos. La fábulas bien pueden actualizarse, ¿no te parece, Azul?

Branca de Nieves

* * *

Castillo de Ailati, 28 de diciembre de 2005

Estimada Sra. Bruja:

Soy Azul, el príncipe que ha despertado a Branca de Nieves del hechizo de la manzana. No le escribo para culparla de nada. Al contrario, quisiera pedirle un nuevo hechizo para que mi mujer se quede conmigo. Branca de Nieves y Yo estamos en ese difícil momento de “vivieron felices y contentos” en que hay algo que no funciona. Branca de Nieves parece tener una personalidad independiente de la mía y esto me molesta mucho. Ella viene del bosque, un mundo completamente diferente al de Ailati. Acostumbrada a vivir con enanos que trabajaban todo el día afuera, Branca de Nieves en la casa hacía todo lo que quería.
Estimada Sra. Bruja, ¿sería posible vernos para que me de un hechizo con las debidas instrucciones? Le quedo infinitamente agradecido.

Príncipe Azul

* * *

Ailati, 2 de enero de 2006

Estimado Príncipe:

Tuve que probar muchas veces la manzana envenenada antes de que el hechizo funcionara. Será porque ha vivido tanto tiempo en el bosque, pero su esposa tiene una salud de hierro y, a lo sumo, habrá comido cinco o seis kilos de manzanas hechizadas antes de caer en estado cataléptico. Si Ud. está dispuesto a encarar el oneroso problema – sabe muy bien que la fruta hoy en día tiene precios astronómicos – será un placer preparar un nuevo hechizo. Podría recibirle mañana al atardecer. Sin más, me despido cordialmente.

Su súbdita,
La Bruja

* * *

Castillo de Ailati, 8 de marzo de 2006

Mi querido Azul:

¡Qué lindo es estar al lado de Ailati! Nuestros días pasan en perfecta armonía, Azulino mío, y no sabes lo que me divierte cocinar e inventar nuevos platos para ti. Me conmuevo cuando te veo terminar, vorazmente, sólo en cinco breves minutos, todo lo que preparo en horas de trabajo. ¡Agradezco ese beso que me hizo tuya! ¡Benditas sean las mujeres que han sido despertadas como yo! Yo, que soy tan activa, que con alegría y cantos encero el pavimento de los diferentes pisos de nuestro castillo, me estremezco al pensar que habría podido seguir durmiendo para siempre dentro de esa urna de cristal de un solo piso. Desde que me traes todos los días ese delicioso dulce de manzanas – cómo eres cariñoso, amor mío!! – mi felicidad no tiene límites. El único problema es que tengo que prestar atención para no engordar. Está bien que tu engordes, Azul, pero yo quiero tener una buena línea para poder servirte en plena forma. No me cansaré nunca de admirar tus músculos!! Los siete enanos eran un poco deformes, ¿verdad? No altos y hermosos como tú. Cuando salimos a caballo, me gusta observar desde lejos lo bien que galopas. Eres un hombre importante, viajas a menudo, y es maravilloso esperar tu regreso. Cuando llegas, qué ternura saber que estamos solos en el castillo, sin servidumbre que nos moleste, ¿verdad, Azul?
Bésame siempre, amor, despiértame siempre para que te prepare el desayuno. A cualquier hora del día y de la noche, estaré lista para hacer todo lo que te gusta. Te amo, Azul mío.

Tuya, siempre tuya,
Branquinha de Nieves

Traducido por: Ana María Gabriela Bustamante Escobedo

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Anno 3, Numero 13
September 2006

 

 

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