El Ghibli - rivista online di letteratura della migrazione

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es especiero

*

De ahí nació y
tenía que morir el deber
del hijo al hijo del padre,

la los huesos predispuestos al masacre
los suyos al deber de una variación
y descarte en el semen entre nalgas –
hielo en la fuente de un placer –
la cabeza de toro en el estudio, allá lejos
para volver a golpear el fragmento entre notas y
pintura, el opaco laberinto en la pared
como un carrusel privado el jardín
de las vírgenes agachadas y ante mi mirada
descubiertas

*

la porque el nombre cede el lugar al baile,
la luz que resquebraja la sustancia
del ser dos en una forma de estatuas,
en el ser débil de justicia el paso,
cobre sobre vigas, una lluvia derrotada
entre barrotes, en sí mismo, los huesos del llanto

*

la recogidas en granos de corola y alegría
la orilla de papel repetida, los huesos,
a la semilla que llevas entre las manos,
reúne contigo el saludo, el apretón,
la fulmínea dulzura de absoluto
deriva de mis manos abiertas
para hacer de papel cenizas y especias
el fértil abrazo de los muertos
en mis venas, la semilla de realidad
estrechada por lenguas abstraídas de sonidos

*

la la única especia que descansa
es el lugar de las huellas,
la transparencia y el utensilio
de lo claro que se vuelve abrazo,
el pecado que quema en las manos,
sin distancia,
el olor de tu luz para volvernos
saliva escupo para hacer del cisma
amasijo

*

la y restituye la estructura, la especia,
a la forma del vaso
el privilegio de la constancia
a la cerámica torcida
el mapeo en el mármol
a la armonía de la sangre
a los gestos que solos preparan
el armazón del reverbero,
de la sed, los signos oscuros en las manos

*

la las manos imploden en la pantalla
- película de elementos -
la paciente geometría del canto
hablado en la boca del especiero
para anunciar la muerte segunda
la ceguera – del gesto – macerada
en los restos de especias, refinada
más allá del canto,
la pureza vuelta árida y dulce
el amasijo que no crea pero llama

*

la es el árido que cubre el soplido
el sacar de la lengua el cansancio
de la forma que falta
en ceder a la vida y al soplido
el rito de la carencia
minoría que precede a todo acto
y lo recubre, el reponer de vasos
en los lugares, la sangre especiada
con los olores

*

la el paso entre las mesas
es el lugar del mundo
“cediera a la vida la sombra
de la carne a la carne
la vacía imperfección de cada distancia

*

la la sed es la calma del sueño
está aquí en el rito que se da y plasma
las venas del hombre, el ojo
que muere en el ojo, invocando
esencia, más allá del límite,
los rezos de memoria de los niños

*

la la lengua de los merlos que clara
se acomoda en el confín es el enfrentamiento,
el celebrar con alas de ruinas
el encanto del vuelo y las huellas del hombre

*

la el soplido del fragmento recompone
el huerto y tus simples huesos,
el saberlo cierto y dado a la alegría
la costumbre incisa en muerte y cruz
“¿qué más?”

*

la humo. las esencias quemadas al remedio
que se desvanece por ser frío y
cuerpo tieso, otro es el dolor del hierro,
la sangre recogida, el incidir
y “falta en el humo la primera cosecha,
el saber de la mujer, el feto
que erosionado sana al hombre.
Quemado está el dios, agrupado y plasmado
en forma de vaso, allí en el nombre me
acomodo: tiempo, exilio, pecado”

*

la están atadas a la fragilidad las penas
arqueadas como un umbral de manos
de amantes “era este recubrir con
tu piel mi corazón el bálsamo dorado.
El saber del tiempo sólo la luz
que curva tu espalda, la ebriedad
que atraviesa la sonrisa del huérfano
ahora el sacrilegio del mundo
es la corona de flores
sobre tu rostro”

*

la la especia y la nada que repite
el abandono y la masa obscena
delante del color de pestañas
el ojo que se apaga y el coraje:
“sé fuerte todavía, el cuervo
ya ha raspado cenizas, comido tierra”

*

la es la corteza – no linfa – de la rama
la habitación del fuego,
el contorno envuelto – precioso y sucedido –
a la raíz de mi dolor, el primer dolor:
“la castidad desahogada en el cuerpo, el mío;
¿te acuerdas?”
es la noche que ilumina
el fuego: nada más, la noche que
recubre y alimenta de oscuro
lo claro y la llama.

la la corteza
que arde en el fuego
es la habitación del fuego.

la en el fuego que vuelve
al fuego; la traición
y la culpa tienen las mismas manos:
la sangre que los acoge,
sufrida.

la y el fuego se traiciona
en el útero claro,
en el gesto de nacimiento
y ceniza histérica y vacío.

la “el pozo irradia
la saciedad de la guarida
¿te acuerdas?”

la muerte ilumina el fuego

Traducido por: A. M. Gabriela Bustamante E.

Paolo Fichera nació en Sesto San Giovanni, donde vive. Sus trabajos han sido publicados en varias revistas y antologías colectivas. “Lo speziale”, ediciones LietoColle 2005, es la prima antología de poesía. Desde 2003 dirige junto a Mauro Daltin, la revista cuadrimestral "PaginaZero-Letterature di frontiera" (www.rivistapaginazero.net).

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Anno 2, Numero 11
March 2006

 

 

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