Modou había dado un largo y rápido paseo a lo largo del canal, se había vestido como una col, camiseta de tirantes, camisa y suéter de lana, una cazadora. De todas maneras sentía frío y su resfriado seguía empeorando. No lograba volver a encontrar la belleza del Canal, ese Canal que en verano veía bajo un doble aspecto. Especialmente de noche. Veía las barcazas que viajaban. Sobre el agua se reflejaban las luces y parecía que la misma agua se moviera. Las personas se refrescaban tomando agua, bebidas que parecían fortalecerles, darles la vida en ese ambiente lleno de luces, colores y calor. Era un agua muy generosa. Esto era el Canal vivo. Pero había otro Canal, después de la bencinera, después del semáforo, que era una parte muerta. También el agua estaba muerta. Se veía y se sentía la hediondez de la descomposición y de la periferia. De vez en cuando se veía a la patrulla de los carabineros o de la policía. Era un Canal sin alma.Modou, Uouzin, Mbare.
Modou había dado un largo y rápido paseo a lo largo del canal, se había vestido como una col, camiseta de tirantes, camisa y suéter de lana, una cazadora. De todas maneras sentía frío y su resfriado seguía empeorando. No lograba volver a encontrar la belleza del Canal, ese Canal que en verano veía bajo un doble aspecto. Especialmente de noche. Veía las barcazas que viajaban. Sobre el agua se reflejaban las luces y parecía que la misma agua se moviera. Las personas se refrescaban tomando agua, bebidas que parecían fortalecerles, darles la vida en ese ambiente lleno de luces, colores y calor. Era un agua muy generosa. Esto era el Canal vivo. Pero había otro Canal, después de la bencinera, después del semáforo, que era una parte muerta. También el agua estaba muerta. Se veía y se sentía la hediondez de la descomposición y de la periferia. De vez en cuando se veía a la patrulla de los carabineros o de la policía. Era un Canal sin alma.
Para él, llegar a casa era la satisfacción más grande porque escapaba del frío intenso que no quería ver, pero que sentía. Era un gran soñador, Modou; imaginaba que podía casarse con la hija de Clinton. De este modo pensaba que podía realizarse a sí mismo.
Entró a su casa y sintió un calor que lo hizo suspirar. Se desvistió, encendió el televisor, se sentó sobre el sofá-cama. No contento, puso en marcha el toca-casetes, bajando al mínimo el volumen. De los parlantes salían las notas de “Bamtaare Afrik” una canción de Baa Ba Mal.
Sonó el teléfono.
- Aló!
- Habla Belal.
- Hola, ¿cómo estás? – contestó Modou
- ¿Tienes la paz?
- Sólo la paz, gracias a Dios.
- Oye Modou, tengo un problema. Hay un muchacho que recién ha llegado de Senegal y no sé donde colocarlo. Aquí en casa ya somos 10. ¿Puedes ayudarme teniéndolo en tu casa?
- No podría tener a nadie aquí, la dueña de casa no quiere y me mostró muy claramente, cuando arrendé la casa, el artículo del contrato que prohibe alojar a otras personas que no sean las que firman el contrato. De todos modos, puedo hacer una excepción y recibirlo por algunos días. Tanto, la dueña de la casa ya se ha dado cuenta de que somos buena gente y que no tenemos nada que ver con los púcheres.
Belal escuchó una voz a lo lejos que se quejaba y decía: “Desde que llegaste no logro dormir. ¿Con quien hablas?”
- Estoy hablando con Belal..
- Dale saludos, y piensa en la suerte que tienes, porque desde que llegaste no has hecho otra cosa que molestar mi sueño.
Modou colgó el teléfono después de haberse despedido de Belal, mientras escuchó que la cerradura de la puerta se abría. Era Uouzin quien entrando dijo:
- Hola, muchachos! Que cansancio. Se trabaja mucho y se gana poco. Lo único que deseo es descansar.
- No hemos venido aquí a Italia para descansar, hemos sido mandados a trabajar - dice Modou.
Uouzin, un joven alto y bien hecho, casi como un modelo, vivía en el mundo de la televisión. Para él la pantalla era el único mundo real. Todo lo que pasaba por este medio era considerado como la pura verdad.
- ¿Qué estás diciendo? – responde Uoizin – el cuerpo tiene necesidad de descansar, de vivir. Hoy he trabajado demasiado, 10 horas seguidas. Luego, con lo que me dicen en la fábrica, no es para estar contentos. Marco, mi compañero de trabajo, hoy me ha invitado a tomar café y me ha preguntado: ¿en tu país existe el café? Y luego ¿cuánto cuesta un kilo de pan? No me daba ni siguiera el tiempo de contestar. Porque a Marco no le interesaba escucharme, quería sólo escucharse, contarse a sí mismo. Así siguió diciéndome que cada fin de semana se va de paseo con su nuevo coche, un Honda. Y el domingo por la tarde sale con la moto. Me ha contado todas las cosas lindas que tiene en su casa, los sacrificios que hace para comprarlas…. Pero ¿dónde está ‘Mbare?
- Está durmiento - responde Modou.
- Es hora de despertarlo, es su turno.
‘Mbare, quien hasta ese momento estaba debajo de las mantas y parecía dormir profundamente, abrió primero los ojos y luego, después de haberse estirado bien, se levantó.
- Yeewu nga (te despertaste)– dijo Modou
‘Mbare, se dirigió hacia el baño sin decir nada. Se lavó la cara y la boca, luego salío, saludó a los presentes y fue hacia la cocina para prepararse la cena. Él vivía en eterno conflicto con sus amigos porque no lograba aceptar su vida falsa o soñadora.
Uouzin, ’Mbare y Modou vivían desde hace tiempo en Milán, en una casa en la periferia, pequeña, pero no escuálida, todo lo contrario, moderna. Vivían la marginación respecto a lo real sin darse cuenta de ello.
Para ellos la vida era la cama, la cocina, el baño, la televisión y, por último, el trabajo. La casa donde vivían era su mundo. Ellos hablaban de lo que decían en televisión, por teléfono, miraban los videocasetes que llegaban del país de origen. A menudo peleaban porque no estaban de acuerdo entre ellos. Pero nunca llegaban a las manos.
Uouzin aprovechó de inmediato el hecho que en casa nadie dormía para aumentar el volumen del televisor. Era la hora del noticiero. La anunciadora estaba leyendo los títulos. Habían asesinado al dueño de un bar; por el acento parecía un extranjero, quizás un albanés, en Lampedusa habían desembarcado nuevamente clandestinos; el desempleo en los Estados Unidos está tocando el mínimo histórico, apenas el 4%, es lo que dicen los datos de los últimos tres meses, el índice mibtel ha precipitado, está en menos 3%; el alcalde de….ha desfilado en un desfile de modas para hacer publicidad de ropa íntima; ha desfilado en calzoncillos…..
- ¿Has escuchado lo que hacen estos albaneses y estos magrebíes? Ensucian la piel de los extranjeros. Hay que detenerlos. No tienen ni siquiera llegar a Italia - dice Uouzin.
- No, Uouzin, están jugando contra nosotros, ¿no ves cómo están creando la alarma entre la gente? ¿Quién ha dicho que el que mató al dueño del bar es un albanés? Quieren que la gente lo crea – responde Modou
- Lo ha dicho la televisión, que dice siempre las cosas como son - replica Uouzin.
- Tu crees demasiado a la televisión. En cambio las noticias que dicen son construidas con la intención de crear un clima de desconfianza
- Pero ¿estás loco? Tu no miras a tu alrededor. Mira lo que están haciendo los albaneses. Están en todas partes, roban y molestan. Y luego los marroquíes que siguen traficando. Si vas a cualquier parque, no ves otra cosa que norteafricanos que trafican con droga. Esta es la realidad!! Los únicos que perdemos somos nosotros, extranjeros honestos que tratamos de ganarnos el pan honestamente.
- No está dicho que todos los norteafricanos sean púcheres. Cada uno de nosotros tiene algo bueno y algo malo. En cada pueblo existen personas que viven honestamente y otras que cometen acciones contra la ley. No todos los norteafricanos que están en los parques trafican. Algunos lo harán, claro, pero hay muchos que están ahí solo para tomar el fresco y descansar a la sombra de los árboles – añade Modou. – Una patata podrida puede destruir un saco de patatas, a lo mismo que un cacahuete malo puede destruir un saco de cacahuetes. Tú inmigrado, que tienes una casa donde ir después de haber trabajado, tienes suerte y para ti es fácil comportarte bien. Pero ¿te acuerdas seis años atrás cuando habíamos recién llegado? Dormíamos en el coche, nos escondíamos cuando llegaba la policía. Tú decías que eran malos porque no nos dejaban trabajar. Y los diarios!! ¿Cómo nos trataban? Nos trataban mal. Agradecíamos a quien nos ayudaba, a quien nos daba informaciones, a quien nos daba un apoyo. Hoy nos hemos vuelto buenos, porque tenemos la casa, porque tenemos el permiso de residencia. Nosotros existimos porque trabajamos.
- Pero, cuando dormíamos en el coche y nos costaba tanto comprar incluso un puñado de arroz, nunca se nos pasó por la cabeza ir a vender droga - replicó Uouzin.
- Te repito que son pocos los que trafican. Además, ¿cómo puedes juzgar las condiciones de los demás? ¿Quién te dice que si tú no hubieras podido comer por días y días no hubieras caído en los brazos de los que explotan a los extranjeros para ganar dinero con la droga? - insiste Modou - Razona, sin duda nadie está de acuerdo con los que trafican, pero tenemos que trabajar para que esto no ocurra. Este invierno es duro para todos. Tenemos que unir nuestras fuerzas, tomar conciencia y tenemos que auto-organizarnos.
Sonó el portero automático con mucha insistencia.. Uouzin, entonces, con fervor dijo:
- Estoy seguro que es uno de nuestros amigos.
- Debería ser Belal, había llamado antes – añade Modou
- Aló ¿quién es?
- Soy Belal – se escuchó con fuerza des otro lado del telefonillo.
- Entra – dijo Modou
Poco después Belal apareció en la puerta, que había sido abierta como signo de bienvenida. Venía con su primo, que había recién llegado de Senegal. Éste saludó a todos, dando la mano.
Ablaye era un muchacho joven, no muy alto y bastante robusto, con rasgos bien definidos y con la cabeza rapada. Tenía mucho frío y las manos heladas. Sentía el frío y le gustaba porque lo percibía casi como un signo de hospitalidad del país al cual había llegado. Ablaye parecía muy tímido, tal vez por el frío, pero especialmente por el impacto que había sentido al encontrarse en un nuevo ambiente. Sin duda, frente a esta nueva realidad que estaba viviendo, sentía al mismo tiempo una sensación de temor y de respeto.
Desde la ventana donde vivía Modou y los otros dos amigos, era posible ver lo gris del tiempo dado la falta de sol y por la capa de niebla y de smog.
Uouzin, viendo el malestar del recién llegado, irónicamente le preguntó:
- ¿Hace calor, no?
El muchacho respondió con un gruñido y una gran sonrisa.
Uouzin continuó:
¿Te habías imaginado un frío así?
A duras penas el muchacho respondió primero con un no, luego empezó soltarse y a satisfacer la curiosidad de cada uno. Había logrado obtener una visa el pasado diciembre y había iniciado la aventura del viaje. Primero había estado en París, ciudad para la cual le habían dado la visa. Luego con un tren había logrado llegar a Milán.
El viaje había sido bastante….
Pero ¿ha terminado la guerra en Casamance? - lo interumpio Modou y sin esperar la respuesta, siguió – Nosotros africanos estamos realmente locos. Por un pedazo de tierra rica de recursos peleamos, destruyendo así la riqueza sin valorizarla. No nos damos cuenta de que nos convertimos en enemigos de nuestro continente, para satisfacer a los amigos desconocidos.
- ¿Te has dado cuenta de lo bella que son las muchachas? – preguntó Uouzin a Ableye - Muestran todas sus piernas.
Pero el muchacho, avergonzándose, casi no respondió.
‘Mbare, con el diario en la mano exclamó:
- Mañana lloverá, mañana estará feo el día.
- Pero cuando llueve el tiempo es bueno. En nuestro país no llueve desde hace tanto tiempo. El agua es una bendición. Los niños en Senegal salen a la calle a jugar sin el miedo de embarrarse. Es más, sienten la lluvia como algo que tonifica el cuerpo y casi les purifica. Cuando termina de llover llega el momento de expresar toda la creatividad y de construir casas con la arena. Sin duda es el momento más lindo - replicó Ableye
- Aquí en Italia el tiempo es lindo sólo cuando hay sol. Entonces, todos están contentos. Parece que todos se muerden la lengua para no blasfemar – dijo Modou – todos tenemos siempre un motivo para quejarnos. Por una parte nos quejamos porque hay sol, por otra, porque hay lluvia. El lamento es algo congénito en el ser humano. Es más, yo diría que el hombre no existe si no se queja.
Mientras, en la televisión se ven las imágenes que reclamizan el lanzamiento del nuevo CD de Michel Jackson.
- ¡Qué bonito! - dijo Belal.
Pero, apenas había terminado de exclamar su entusiasmo cuando la televisión empezó a trasmitir un nuevo noticiero. Una vez más, mientras la anunciadora leía las noticias, apareció la imagen de Lampedusa y se volvió importante lo que ella estaba diciendo, es decir, que a la isla habían llegado nuevamente clandestinos. Luego, siguió la noticia de nuevos crímenes en Milán, el aumento de las fuerzas del orden para el control del territorio y el viaje del alcalde de Milán para los Estados Unidos para aprender la tolerancia cero.
- Has llegado en el momento más difícil – dijo Modou a Ableye.
Éste pareció un poco asustado. Pero el amigo intervino para explicarle que el miedo era construido y deseado por los demás para que las personas se sintieran incómodas. Él sostenía que el responsable de esta sensación o actitud fantasiosa era la misma televisión.
Uouzin en forma agresiva dijo:
- De nuevo estas diciendo burradas. La televisión es un medio potente y seguro para el hombre, enseña e informa. Nosotros, a través de ella, podemos entrar a cualquier parte del mundo, somos capaces de ampliar nuestra vida a través de ella, podemos llevar nuestra mirada desde algunos metros hasta miles de kilómetros - dijo casi agresivamente Uouzin
- Pero Modou replicó: ¿Tú te acuerdas del juego a que jugábamos cuando éramos niños? Creábamos el cine, colgábamos una tela blanca no demasiada gruesa, poníamos detrás unas velas encendidas y movíamos algunas figuras de cartón.
El público veía las sombras y ría, le parecía una realidad, no una ficción y por esto seguía el juego. Nuestro juego funcionaba porque había la luz y había la sombra, y nosotros, niños, estabamos contentos de crear estas imágnes que también para nosotros eran cosas verdaderas.
Los juegos de los niños reflejan la realidad de hoy y la de mañana. Ellos son los grandes maestros que necesitan un público que los escuche. También la televisión es como ese cine que creábamos. Aquí también alguien manipula la realidad para hacernos creer que es la verdad.
Lo que es peor es que la televisión es un juego peligroso y no reconoce la relatividad de la verdad.
La verdad es subjetiva.
- Estás culpabilizando a la televisión – replicó Uouzin
- Es un instrumento manipulado por los hombres – dijo Modou – ¿podemos pedirles a ellos que sean objetivos y que profundicen las cosas y darnos el tiempo de escuchar y de entender?
- Ahora, en la pantalla de la televisión aparecían las imágenes de Kosovo y se anunciaba el ultimátum de la OTAN contra Serbia.
- Viva!! - gritó Belal – verán, muchachos que Estados Unidos arreglará todo, tal como ha arreglado las cosas en Irak, y yo me preparo para ir a América a buscar novia, allá donde los misiles inteligentes no llegan.
- La televisión es un vampiro que chupa la sangre de las personas, que chupa la objetividad y la profundidad y lo banaliza todo. – dijo una vez más Modou. – Hoy nos habla de Kosovo y probablemente nos hablará menos de los inmigrados y de otros hechos.
Mañana será otro hecho el que concentrará la atención y hará desaparecer a todos los demás, ya sea Kosovo, u otra guerra. Lo bello es que la televisión no puede sobrevivir sin eventos.
Saidou Moussa Ba nació en Dakar en 1964 y vive en Italia desde 1988. Alessandro Micheletti, nació en 1951 en Milán, ha trabajado como consultor editorial y ahora se desempeña como bibliotecario.
La colaboración entre los dos nació en los primeros años 90 y ha continuado por años, y han podido publicar dos textos escritos La promessa di Hamadi (La promesa de Hamadi) y La memoria de A. Saidou Moussa Ba sigue con su actividad cultural participando en muchas iniciativas de educación a la intercultura en escuelas y en otras realidades.