Toda la vida les he obedecido, sentimientos.
Han sido carreras hacia el tren sin nada,
esperas interminables, monederos vacíos.
Han sido consultorios donde los guantes
eran fríos, y los instrumentos demasiado grandes.
Han sido cartas ardientes, cartas
escondidas debajo de los suéteres, noches de llanto.
Han sido ustedes ojales, bastas, botones, cuellos,
betún para zapatos, cálidas voces y contactos,
capas, abrigos de terciopelo, botas,
bolsas llenas con las compras, jardines.
Han sido tímidos ojos de niños,
inciertas sonrisas, bendiciones frente a las camas.
Se han vuelto, después de calles, clínicas particulares.
El esfuerzo de dar de comer a los enfermos.
Han sido sangre, para evitar las nostalgias.
Sables desenvainados frente a la vida tranquila.
Han gritado no frente a los compromisos.
Ante el abogado ustedes se han levantado a la entrada.
Han sido mis puñales, mis rosarios, musas.