Versione Italiana | Nota biografica | Versione lettura |
Si te hundiera en una tina,
vería el volumen que desplazas.
Si te colgara de un pie,
hasta qué punto eres un bulto.
Estoy perplejo porque eres.
Porque eres eso, eso y más que eso.
¿Acabaré de entenderte?
Te muerdo y sólo te desprendo un grito.
Te aprieto y vuelas en una carcajada.
¿Dónde está el alma, dicen los cirujanos?
¿Quién eres tú, digo yo?
Me fui de bruces en tus ojos.
No tenían fondo.
No busques más, no hay taxis.
Piensas que va a llegar, avanzas,
retrocedes, te angustias,
desesperas. Acéptalo por fin:
no hay taxis.
Y ¿quién ha visto un taxi?
Los arqueólogos han desenterrado
gente que murió buscando taxis,
mas no taxis. Dicen
que Elias, una vez, tomó un taxi,
mas no volvió para contarlo.
Prometeo quiso asaltar un taxi.
Sigue en un sanatorio.
Los analistas curan
la obsesión por el taxi,
no la ausencia de taxis.
Los revolucionarios
hace colectivos de lujo,
pero la gente quiere taxis.
Me pondría de rodillas si apareciera un taxi.
Pero la ciencia ha demostrado
que los taxis no existen.